domingo, 20 de mayo de 2012

un cuentito...

Un día, no tan lejano a los actuales, decidió el señor Chele ir a su bar preferido mientras leía el periódico del día miércoles. Era un día soleado pero no diferente a cualquier otro de la estación. En el momento que levantó la vista al tomar el café con leche, con tres de azúcar, de todos los días ésta se le detuvo fija en la señora, medio rubiona, que entraba por la puerta principal del bar. No entendía que conexión lo ataba a esa completa extraña pero sabía bien que no era una simple percepción sino algo real. Sus ojos, desde abajo hacia arriba, recorrieron la persona de aquella extraña, intentando descubrir por obra de magia, el nombre y el hilo que se amarraba a su persona. Dejo su taza de café, ya casi a media medida, e intento rápidamente hacer todas las asociaciones posibles a su pasado y actividades realizadas para darse cuenta de que persona se trataba. Pero por mucho que exprimía su cerebro, los recuerdos no llegabas y su curiosidad lo mataba. Por lo que decidió no dar mas vueltas y actuar al respecto si no pretendía quedarse con la duda eterna. Se le escurría el tiempo y necesitaba inventar alguna excusa urgente y creíble para acercarse a la señora y sacarle información. El objetivo en cuestión estaba tomando otro camino del que su mente había planeado, tenía que actuar rápido. Se levantó, fue camino al baño pero dejo caer su bufanda empresarial, con la que casi tropieza la señora. - Disculpe, soy un poco distraído - No pasa nada Gastón, seguís siendo igual que cuando te conocí Se quedó paralizado, no solo lo conocía si no que también sabía su nombre y estaba más confundido que nunca. Pensó en fingir un falso mal entendido, y hacer como que no se había dado cuenta y no la había reconocido. Jamás podía ponerse en la situación incomoda de hacer quedar en evidencia su falta de conocimiento hacia su persona y etiqueta. Pero, ¿qué si no era solo una vieja amiga? Y si se trataba de otro tipo de relación también aquello lo dejaría en evidencia. No tenía tiempo, sus pensamientos volaban a 100 km/h para que su reacción no pareciera ni pensada. Se arriesgo sin mas rodeos. - ¡Tanto tiempo! Es increíble como has cambiado - Somos los mimos G, pero sólo con más arrugas y pasados marcados

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